En estos días, muchas personas hablan en consulta de las fiestas navideñas. Son unas fechas que nos emocionan pero no a todos de la misma manera. Mientras que unos ansían su llegada por los momentos de ilusión y alegría que comparten con sus familiares y amigos, otros desean que pasen velozmente por el malestar que les provoca.
En este artículo quiero comentar los principales motivos de inquietud en estas fechas y la manera en que podemos manejarlos para que sean más llevaderos.
En primer lugar, el final del año nos invita a reflexionar sobre los éxitos y los fracasos, sobre lo bueno y lo malo como decía la canción de Mecano. En nuestro intento por comprender este balance, podemos responsabilizar a las circunstancias, a los demás o a nosotros mismos. Si nos damos cuenta de nuestra parte de responsabilidad en lo que nos sucede, aprenderemos acerca de nuestras fortalezas y limitaciones y podremos plantearnos metas más realistas para el próximo año.
En segundo lugar, estas fechas nos conectan con el paso del tiempo y sus consecuencias. Recordamos momentos vividos que a veces idealizamos y añoramos y otras veces lamentamos y queremos olvidar. También, echamos en falta a las personas que ya no están con nosotros porque han fallecido, hemos roto la relación o se han ido a vivir a otro lugar. Estos recuerdos suelen generar un sentimiento de tristeza que puede parecer “poco adecuado” expresar en estas fechas y tratamos con esfuerzo de disimular, sintiéndonos aún peor. Si reconocemos nuestros sentimientos y los compartimos con alguien que nos escuche y comprenda, aliviaremos un poco nuestro malestar y potenciaremos la unión con los que nos rodean.
En tercer lugar, las relaciones personales se colocan en un primer plano en estas fechas: cenas con amigos, comidas de empresa, reuniones familiares y los regalos traen a algunos de cabeza. Por un lado, los conflictos no resueltos o simplemente la falta de “feeling” con algunas personas nos desaniman a pasar estos días con ellas. Por otro, el compromiso, la necesidad de caer bien o el temor a dar un disgusto hacen que nos sintamos obligados a estar con quien no deseamos o incluso que hagamos el papel de buenos anfitriones para conseguir una ficticia armonía. Tendremos que poner en una balanza nuestra necesidad de aprobación y valoración en un lado y nuestros verdaderos sentimientos y deseos en el otro y encontrar un equilibrio en el que nos forcemos lo menos posible a ser y sentir lo que no somos ni sentimos.
Por último, muchas personas están solas en estas fechas. Acordarnos de ellas y ofrecerles un rato de compañía será grato para todos y puede ser el inicio de una nueva amistad.
April 23, 2020 /
Susana Gómez /
Navidades