La soledad es una preocupación bastante frecuente de las personas que nos consultan aunque no suele presentarse como motivo de consulta principal, sino como consecuencia derivada de otras circunstancias o síntomas, como la muerte de un ser querido o una depresión.
El sentimiento de soledad se describe como una sensación de vacío, inseguridad o desamparo y puede conducir a estados de tristeza, ansiedad y depresión. Esta sensación puede experimentarse tanto cuando existe un aislamiento social como cuando hay una distancia afectiva con los demás. Es decir, podemos estar rodeados de gente y sin embargo sentirnos solos. La calidad de las relaciones que mantengamos marca la diferencia y esta calidad se mide en el grado de confianza y de cercanía afectiva que sentimos con los demás.
El estrés, el individualismo y la falta de tiempo son los grandes enemigos de esta calidad de las relaciones. Necesitamos espacios de soledad y relax para desconectar, como la meditación, y al mismo tiempo, necesitamos relacionarnos con los demás de forma rápida y fácil. Las redes sociales nos facilitan ese contacto rápido, a cualquier hora y en cualquier lugar, pero sin la calidad afectiva (por mucho emoticono que le pongan) de una relación directa.
Relacionarnos sigue siendo algo muy importante. Buen ejemplo de ello son las colecciones de amigos que hacemos a través de Facebook. Pero encontrar amigos de verdad no es tarea fácil. Muchas personas se quejan de que no existen lugares donde puedan ir a conocer gente nueva y en las actividades grupales (por ejemplo, en un gimnasio) la gente apenas habla entre sí. Quizá nos estamos volviendo desconfiados y celosos de nuestra intimidad, o vamos cada uno a lo nuestro y esperamos que sea el otro quien dé el primer paso.
La relación con los demás cubre necesidades emocionales y afectivas importantes. Nos sentimos reconocidos, valiosos y protegidos. Además, nos proporciona la posibilidad de comunicamos y expresar nuestras emociones. Esto es muy gratificante siempre y cuando tengamos un concepto de nosotros mismos estable. Pero si nuestra autoestima depende del reconocimiento de los demás, evitaremos a cualquier precio perder esa relación, aunque nos haga daño o no nos aporte lo que necesitamos.
La soledad no es negativa en sí misma, sólo lo es cuando nos quedamos en ella. Como dice un refrán anónimo “la soledad es un buen lugar para encontrarse, pero uno malo para quedarse”.
Algunas personas no pueden salir de la soledad por falta de habilidades sociales, baja autoestima y temor al rechazo y adoptan una actitud evitativa o pasiva en las relaciones. Se crea un circulo vicioso en el que cuanto menos se relacionan, menos habilidades sociales desarrollan, más indefensos o incapaces se sienten y mayor es el temor al rechazo de los demás. La única forma de romper esta circulo es aprender a estar solo y acompañado, con una cierta una autonomía emocional.
Podemos aprender a disfrutar de la soledad para descansar, relajarnos, crear, pensar, escuchar nuestras emociones y en definitiva conocernos a nosotros mismos. La soledad es como esa parada que se hace en todos los viajes para retomar energías y emprender la marcha. A veces en esa parada se corrige la trayectoria, se cambia el destino o se da marcha atrás.
Soledad y compañía son igual de necesarias. La clave está en encontrar el equilibrio entre los momentos que nos dedicamos a nosotros mismos y los momentos que dedicamos a los demás.
May 17, 2018 /
Susana Gómez /
Soledad