Desgraciadamente cada vez son más frecuentes los casos de acoso sexual entre adultos y jóvenes, incluso menores. Las nuevas formas de comunicación (redes sociales, aplicaciones de móvil, entre otras) facilitan que el mensaje o vídeo de contenido sexual se difunda en décimas de segundo y llegue a un gran número de personas, lo que conlleva un daño irreparable para la víctima.
Recientemente, el caso de una joven italiana nos conmocionó a todos por su enorme crueldad y el triste desenlace final que tuvo. Sin duda, la formación sobre los peligros que entraña el uso de las nuevas tecnologías es necesaria para todos, pero si nos quedamos en condenarlas por sucesos como éste no estaríamos llegando al fondo de la cuestión.
Las relaciones afectivas han cambiado. El amor se encuentra en la red respondiendo test de compatibilidad, la apariencia física es la carta de presentación y el sexo se ha convertido en la puerta de entrada a una relación afectiva.
Algunas chicas piensan “para ser querida tengo que hacer lo que a él le gusta, ser buena realizando sexo” y como si de una película porno se tratara, prestan su cuerpo y actúan su papel, sin plantearse cómo se sienten o qué quieren ellas en una relación de pareja. Esperan que después el chico se interese por ellas y quiera ir al cine o darlas un beso.
Los chicos, en cambio, se sienten obligados a tener sexo con todas las chicas “que se pongan por delante” (como he escuchado decir en alguna consulta) para mantener su imagen de éxito social. ¿Cómo van a decir que no quieren tener sexo con una chica? Ella se sentiría ofendida y sus amigos se burlarían de él (o al menos eso creen).
En una sociedad donde lo inmediato es lo que vale y el placer es la meta de cualquier relación, la espera y la frustración son para los tontos. Las escenas de películas pornográficas u otras muy taquilleras “supuestamente románticas” que muestran relaciones de dominación del hombre sobre la mujer están siendo tomadas por los adolescentes como modelo de las relaciones de pareja que ellos aspiran a tener.
Aunque al principio este tipo de relaciones traen emociones intensas, los adolescentes no tardan en experimentar una sensación de vacío que no se llena con una nueva relación sexual. Es importante ayudarles a reflexionar sobre el origen de esa sensación, su manera de relacionarse y los valores que se esconden detrás. Sólo desde una crítica reflexiva, comenzarán a darse cuenta que esta búsqueda sin fin de relaciones no deja más que un halo fugaz de experiencias que se desvanecen (en el mejor de los casos) y no contribuyen a cubrir sus necesidades emocionales y afectivas ni a cimentar una autoestima sana. En algunos países del mundo, como Australia, esta situación comienza a preocupar y se están implementando programas para cambiar la manera de relacionarse de chicos y chicas, enseñándoles a construir relaciones basadas en el respeto y el cuidado mutuo.
October 16, 2019 /
Susana Gómez /
Adolescencia