Relaciones de Pareja. Psicólogas Madrid


¿Qué es la Autoestima?

La autoestima es el sentimiento de valoración que tenemos hacia nosotros mismos. Está directamente relacionado con el autoconcepto que es el conocimiento que tenemos de quienes somos. Es decir, para valorarnos primero tendremos que conocernos. Muchas personas no se conocen o tienen un conocimiento de si mismas distorsionado, por lo que tampoco podrán valorarse de forma adecuada.

¿Cómo se forma la autoestima?
El autoconcepto y la autoestima se empiezan a desarrollar en la primera infancia a través de la relación de apego que se establece con al menos un cuidador principal. Este cuidador le va a transmitir al bebé mediante gestos, actitudes y palabras como le ve y como le considera de valioso y querible. Es decir, nos vamos conociendo a través de la mirada de otra persona y tomamos por verdad lo que nos transmite porque dependemos de ella para sobrevivir física y psíquicamente.

El primer problema sucede en esta etapa, ya que no somos conscientes de que la persona que nos mira y valora o desvaloriza tiene limitaciones y sesgos que le permiten ver unas cosas y no otras. Tomamos por cierta una imagen personal que es totalmente subjetiva.

Durante la infancia, el niño tiene un pensamiento mágico que le lleva a idealizar a la persona/s que lo cuidan, por lo que no verá defecto en ella y creerá ciegamente en lo que le diga. Nuestra vulnerabilidad es muy grande en esa etapa de la vida y dependemos por completo de nuestros cuidadores.

Otra forma de aprender a valorarse es a través de la identificación. Los padres son un espejo donde los hijos se reflejan y pueden ver lo que desean ser. En función de cómo los padres se tratan a sí mismos y se relacionan con otros adultos (con especial atención a la relación de pareja) mostrarán a los hijos la forma de quererse a sí mismos y de querer a otros. Por tanto, aunque los padres valoren positivamente a los hijos de manera directa, si ellos mismos no se sienten valiosos ni tienen las actitudes que tratan de inculcar en éstos, caerán en una contradicción que dificultará el proceso de construcción de autoestima sana en los hijos.

Por último, conforme vamos creciendo, se sumarán las valoraciones sobre nosotros de otras personas que pasen por nuestra vida (profesores, amigos, familia extensa, etc) y las experiencias vividas de éxito/ fracaso y de aceptación/rechazo, pero no todas tendrán el mismo peso, dependerá de la fuerza del vínculo que tengan con nosotros o de cómo haya sido asimilada esa experiencia.

La adolescencia es un momento clave en el desarrollo de la autoestima, porque cristalizarán algunas valoraciones acerca de nosotros mismos en función de cómo afrontemos las tareas evolutivas de esta etapa (la pertenencia al grupo de iguales, la consolidación de la identidad, la ruptura de la imagen ideal de los padres, etc).

¿Cuando una persona tiene autoestima sana?

La persona que posee una autoestima sana se conoce, se valora y se acepta plenamente, con sus virtudes y defectos. El reconocimiento de sus defectos no le supone un sentimiento de fracaso, vergüenza o inferioridad (como les sucede a las personas con una autoestima negativa), sino un impulso para mejorar. Asi como el elogio de sus virtudes les resulta reconfortante pero  no necesitan la valoración/aprobación de los demás para sentirse valiosos o saber qué hacer.


Este sentimiento positivo y realista hacia si mismos tiene consecuencias en su manera de actuar. Son personas que afrontan las experiencias con seguridad, toman las decisiones son firmeza, cuidan de si mismos, responsabilizandose de su propio bienestar, y compartiendo con los demás lo mejor que tienen.

Otra forma de entender la autoestima es a través de la teoría de la discrepancia de Higgins. Las personas tenemos tres aspiraciones sobre nuestro yo: el yo real seria como nos percibimos en el presente, el yo ideal seria como nos gustaria ser y el yo obligado seria como deberíamos ser. Si la persona siente que existe mucha diferencia entre el yo real y los otros yoes (ideal y obligado) la autoestima se verá perjudicada. Si una persona se quedara fijada a alcanzar su yo ideal fracasaría porque el yo ideal es perfecto y la perfección es una útopia cuya búsqueda constante en forma de hiperexigencia solo produce sufrimiento psiquico. En su lugar, necesitamos aceptar que siempre tendremos limitaciones aunque podamos mejorar en algunas cosas.

Si el yo ideal nos conecta con el afan de perfeccionismo, el yo obligado nos conecta con el cumplimiento de los mandatos sociales, es decir, lo que desean mis padres, mi pareja, la sociedad, etc. Supone dejar en un segundo plano mis propios deseos para satisfacer el deseo/ necesidad del otro.

La sana autoestima tiene que ver como escuchar las propias necesidades/ deseos y darles un valor  primordial aunque no coincida con los deseos de los otros.

La persona con una autoestima sana se siente más libre, porque puede autogestionarse y puede elegir cuando necesita al otro sin depender a cada paso que da de la aprobación, ayuda o valoración del entorno.

¿Cómo afecta una autoestima negativa?

Si tenemos una autoestima negativa probablemente se afectarán muchas áreas de nuestra vida (familia, trabajo, relaciones sociales, etc) y nos generaremos problemas psicológicos (depresión, ansiedad, etc) y/o enfermedades psicosomaticas.


En las relaciones personales, la persona con una autoestima deficitaria o negativa va a depender del reconocimiento de los demás para sentirse valioso y querido. Para conseguir ese reconocimiento va a hacer lo que sea necesario, por ejemplo, adoptando actitudes muy complacientes o demandantes, que le impedirán poner limites en una relación, con el riesgo de que se convierta en una relación abusiva. La persona siente un intenso temor a que el otro se enfade o le rechace si pone algún límite y entonces no le de la valoración que tanta falta le hace. Finalmente, cuando la persona siente que están abusando de él/ella y quiere poner un límite lo hace de una forma explosiva porque ya lleva mucho tiempo aguantando y entonces se confirma su temor: el otro suele reaccionar con enfado y rechazo, lo que hará que decida callar la próxima vez.


También las personas con autoestima negativa son muy susceptibles a los límites que les ponen los demás, porque los viven como un rechazo y se sienten heridos. Si no obtienen la valoración externa se pueden sentir perdidas o vacías y con un sentimiento de frustración o tristeza muy intenso. Es decir, las personas con autoestima negativa sacan la conclusión de que los límites dañan a los demás tanto como a sí mismos y temen las consecuencias catastróficas para la relación, así que evitan emplearlos en lo posible.
Además, suelen ser personas con propensión a la culpa. La culpa hace que sean conciliadores, solícitos, solidarios y toda una serie de características que los hacen el blanco de personas intrusivas y manipuladoras.

¿Cómo podemos mejorar nuestra autoestima?

Tener una sana autoestima requiere trabajo. Es decir, podemos aprender a querernos y valorarnos con entrenamiento.


El primer trabajo consiste en conocernos en profundidad, tal y como somos, en nuestra vida y en nuestras relaciones, para después, aprender a reconocer y valorar nuestros talentos, habilidades y actitudes positivas así como aprender a reconocer y afrontar nuestros defectos, dificultades y actitudes negativas con el fin de mejorarlos.


Uno de los aspectos más importantes a trabajar es la forma de hablar con nosotros mismos.  Si somos excesivamente críticos o exigentes, desvalorizamos nuestros éxitos, pensamos de manera constante que no vamos a ser capaces, nos atribuimos culpas que no tenemos o echamos todas las culpas a otros, tenemos una visión negativa e incluso catastrófica del fututo, etc vamos a sentir miedo y ansiedad ante cualquier situación  y, por tanto, vamos a optar por inhibirnos y evitar situaciones dando por sentado que no sacaríamos nada bueno o incluso nos pondría en peligro. En ocasiones, este miedo/ ansiedad lleva al cuerpo a reaccionar con síntomas (por ejemplo, dolor de estomago, diarrea, jaquecas, etc) que impiden llevar a cabo la acción temida y pueden derivar en verdaderas enfermedades psicosomáticas.


Cuando nos queremos bien a nosotros mismos podemos querer bien a los demás porque somos conscientes de lo que podemos aportarles y lo que no. No tratamos de dar lo que no podemos solo para que el otro se sienta satisfecho, como haría una persona con una autoestima negativa que busca la aprobación a través de la complacencia, ni obligamos al otro a darnos lo que no puede o quiere, porque le respetamos y aceptamos lo que puede darnos cada uno.

La persona con autoestima sana no queda enredada en relaciones de abuso, porque se siente válida por sí misma y busca personas con las que compartir lo mejor que tiene y apoyarse mutuamente en su crecimiento personal.


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